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Balas al oído

Balas al oído

Dan Alexander Balderas Malagón

En medio del silencio, roto por el viento y el eco lejano de los disparos, Andrei se encontraba solo en un pastizal, rodeado por la desolación de la guerra. Antes de que los horrores de la batalla lo consumieran, había sido un virtuoso violinista, llenando salas de conciertos con su música.

Mientras la brisa mecía la hierba alta, los recuerdos de su vida pasada invadían su mente. Evocaba los aplausos entusiastas del público, la sensación de su violín bajo sus dedos y el cálido abrazo de su amada al final de cada actuación.

Pero ahora, en lugar de melodías, solo escuchaba el estruendo de la guerra. El violín yacía abandonado en algún refugio olvidado, reemplazado por un rifle de francotirador que ahora era su única compañía. La música había dado paso al silencio mortal de su nueva realidad.

Andrei cerró los ojos, dejando que las notas de su pasado llenaran el aire. En su mente, las melodías se entrelazaban con los recuerdos de días más felices, mientras que en el mundo exterior, el conflicto seguía su curso implacable.

A medida que el sol se ponía en el horizonte, Andrei guardó su rifle y tomó su violín. Con manos temblorosas pero determinadas, comenzó a tocar una melodía suave y melancólica. A través de la música, encontró un breve respiro de la guerra, un momento de paz en medio del caos.

Quizás algún día, cuando la guerra llegara a su fin, Andrei podría volver a los escenarios y compartir su música con el mundo. Pero por ahora, en medio del pastizal solitario, encontraba consuelo en las notas que fluían de su violín, recordando los tiempos más simples y felices que una vez había conocido.

La música de Andrei flotaba en el aire, un contraste conmovedor con la violencia que lo rodeaba. Cada nota era una oración por la paz, un lamento por lo que se había perdido. Mientras jugaba, un leve rayo de esperanza se agitó en su interior, recordándole que incluso en los tiempos más oscuros, la belleza y la resiliencia aún podían prosperar. Su música llegó más allá del campo de batalla, tocando los corazones de quienes la escucharon, aunque sólo fuera por un momento. Y tal vez, en esos fugaces momentos de armonía, se vislumbró un futuro en el que los ecos de la guerra se desvanecerían y el mundo podría volver a llenarse con el sonido de la música y la risa.

Centro Escolar Akela
Publicado en Cuento,Dan Alexander Balderas Malagón

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