Primer amor… es lo que muchos desean en la adolescencia, pero, ¿en realidad saben todo lo que esto implica? Para empezar la madurez, la capacidad de poder tener algo estable a esa edad es casi imposible, lo cuento por experiencia propia.
Soy María y esta es mi historia:
Cuando tenía apenas 15 años, soñaba con tener mi primer novio, imaginaba que todo era perfecto, que iba a llegar a mi casa con flores todo el tiempo, que me iba a llevar una carta, chocolates, que me iba abrazar y a besar. Pero no fue así. Recuerdo que en primero de preparatoria, muchas de mis amigas ya habían tenido su primer novio y yo aún esperaba eso. Hasta que un día, salí con mis papás a una plaza que está muy cerca de mi casa. Entonces lo vi.
Ese niño me pareció perfecto desde el primer instante que lo conocí; como dirían “amor a primera vista”. Fue raro porque sentí algo que no había experimentado.
No sabía su nombre ni edad, si estudiaba o no; solamente lo vi trabajando en esa tienda de helados. Me paré frente a él y le dije: “Hola, ¿tienes helado napolitano?”. Y esa fue la única cosa que pude decirle.
Pasó una semana y volví a ir a la plaza. Entré a la tienda y escuché a un señor decirle “¡Eduardo, apúrate!”.
Pasaron semanas y seguía viéndolo cada vez que iba. Un día, me preguntó ni nombre. Y finalmente, después de varios meses, salimos a caminar. Él era tan, pero tan lindo conmigo, que solo pensaba en besarlo.
Meses después, me di cuenta de que ese amor que teníamos era verdadero pero no eterno. A los siete meses de relacion, vimos que nuestra inmadurez era grande y que debíamos darnos un tiempo; como dicen por ahí “persona correcta, momento equivocado”.
Hoy tengo 25 años y entiendo que ese amor de preparatoria fue real, porque justamente estoy escribiendo esto a lado de mi primer amor.
Por siempre te amaré, Eduardo.