Habían pasado días desde el naufragio, y Chiara apenas recordaba el momento exacto en que el barco se rompió en pedazos. Despertó en una playa desconocida, su piel ardía bajo el sol implacable y su boca seca ansiaba un sorbo de agua. La isla era un enigma, con sus frondosos bosques y sus extrañas rocas. No había rastro de los otros pasajeros, sólo el sonido de las olas y el viento.
Decidida a sobrevivir, Chiara exploró la isla. Descubrió un arroyo de agua dulce y recogió frutas de árboles que nunca había visto antes. La sensación de ser observada la acompañaba siempre, pero no había visto a nadie más. Hasta que un día, mientras buscaba refugio de la extraña lluvia, encontró una cueva oculta tras una cascada.
La cueva brillaba con una luz suave y en su interior, un espejo enorme ocupaba la pared del fondo. Al acercarse, Chiara vio algo extraño: su reflejo parecía estar vivo, independiente de sus movimientos. El reflejo la observaba con una mezcla de curiosidad y tristeza. Sin previo aviso, su reflejo habló:
—Bienvenida, Chiara.
Chiara dio un paso atrás, su corazón latía con fuerza.
—¿Quién eres? —preguntó.
—Soy tu doble, por así decirlo. Todos en esta isla tenemos un doble, o llamémosle alma gemela.
Chiara la miró con incertidumbre y preguntó:
—¿Tú por qué estás aquí?
—Mi único propósito es mantener el equilibrio entre tu universo y el mío, pero por alguna razón, aquella invisible barrera entre tu mundo y el mío, se está debilitando —respondió.
A pesar del indescriptible miedo que sentía, Chiara escuchó con atención. Su reflejo le explicó que la única barrera de balance entre ambos universos corría peligro debido a una entidad llamada Nalha, que había comenzado a romper la barrera entre los mundos. Si no se detenía, ambos mundos colapsarían.
—¿Cómo puedo ayudar? —preguntó Chiara.
—Debes encontrar el corazón de la isla. Es una piedra que tiene el poder de mantener el equilibrio entre universos, para así evitar anomalías temporales, pero en manos equivocadas, puede ser usada para cambiar la línea temporal de cualquier universo —dijo el reflejo.
Chiara aceptó la misión, sintiendo el peso de la responsabilidad. En cada desafío, su reflejo estaba allí, dándole fuerzas y compartiendo su conocimiento.
Finalmente, llegaron a una caverna profunda donde la oscuridad de Nalha emanaba como una neblina oscura. En el centro, la piedra de equilibrio yacía rota.
—No puedes detenerme —dijo Nalha, con una voz que resonaba como el viento en las tumbas.
Chiara, con su reflejo a su lado, se lanzó al ataque, en una batalla feroz y desesperada. Nalha era fuerte, pero su único y máximo deseo de poder la distrajeron, por lo que mientras Chiara peleaba a puño y espada, su reflejo restauraba la piedra de equilibrio.
Al cabo de unos minutos, la piedra regresó a su normalidad, mientras Nalha se desvanecía en un grito de desesperación.
El espejo en la cueva brilló intensamente y Chiara sintió que su reflejo comenzaba a desvanecerse.
—Gracias —dijo con una sonrisa triste, mientras cada una de las partes de su cuerpo se iba con la suave brisa del viento.
Chiara despertó en la playa, como si todo hubiese sido un sueño. Sin embargo, la paz de la isla y el silencio en el aire le confirmaron el suceso. Sonrió, sintiéndose completa por primera vez. Había salvado no solo su mundo, sino también el mundo de su reflejo. La Isla del Espejo guardaría su secreto, pero Chiara llevaría la historia por siempre en su corazón.