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El amor entre las sombras de Montecarlo

El amor entre las sombras de Montecarlo

Regina Arias Márquez

Montecarlo, el principado de Mónaco lleno de lujo y glamur; también un laberinto sin fin de misterios para la detective Zelina Zanetti, una joven brillante cuya vida estaba escrita a resolver casos complicados. Con su largo cabello oscuro siempre recogido en un moño elegante y unos ojos que brillaban como rubies, que parecían descifrar cada secreto, Zanetti era la mejor en su campo laboral. Sin embargo, su pasión por el trabajo había dejado poco espacio e ilusión para el amor y la vida personal.

Una tarde de verano, mientras los rayos del sol se reflejaban en el Mediterráneo, Zelina estaba sumida en un caso complicado de robo en el casino de Montecarlo, cuando de pronto recibió un mensaje de texto. Era de Hervé Lodge, su pareja, un hombre empresario, monegasco, atractivo y comprensivo, pero cansado de competir con la sombra del trabajo de su amada.

“¿Cena esta noche en nuestro restaurante favorito? Necesitamos hablar” —decía el mensaje.

Zelina suspiró, consciente de lo que aquello significaba. Sabía que había estado descuidando su relación, pero cada vez que intentaba equilibrar su vida personal entre la profesional, surgía un nuevo caso que requería toda su dedicación.

Esa misma noche, Zelina llegó al restaurante con la carpeta del expediente del casino bajo el brazo, incapaz de dejarlo para el día siguiente. Hervé ya estaba allí, con una expresión de serenidad y una pizca de tristeza.

—Zelina, esto no puede seguir así —empezó él, sin rodeos—. Necesito saber si tengo un espacio en tu vida.

Zanetti miró a su pareja, su corazón estaba dividido entre el amor y su profesión.

—Hervé, sabes lo importante que es mi trabajo. Hay personas que necesitan de mi ayuda —respondió, tratando de sonar tranquila.

—¿Y qué hay de nosotros? —preguntó el empresario, su voz llena de dolor—. ¿Qué hay de nuestra relación?

Antes de que la detective pudiera responder, su teléfono sonó. Era su compañero el detective Andrews, con una pista importante sobre el caso. Dudó por un momento en tomar esa llamada, pero al final contestó, dejando a Hervé solo con sus pensamientos.

—Sí, Andrews, dime —dijo Zelina, su tono de voz cambiando a uno más serio.

Hervé se levantó lentamente, dejando una caja sobre la mesa. Dentro de ella había una llave. La llave del apartamento que compartían.

—Cuando decidas cuál es tu prioridad, sabrás dónde encontrarme —dijo el monegasco, con tristeza antes de salir del restaurante.

La detective sintió una punzada en el corazón al ver a su pareja alejarse, pero se obligó a poner atención en la llamada.

Las semanas pasaron, y Zelina resolvió el estresante caso del famoso casino de Montecarlo, como siempre lo hacía, con rapidez y dedicación. Pero en esta ocasión la victoria no pudo llenar el vacío que el empresario monegasco había dejado. Las noches frías y solitarias en el apartamento donde solía vivir, rodeada de un montón expedientes y café amargo, se hicieron cada día más frecuentes.

Una noche, mientras revisaba los nuevos documentos, Zanetti encontró la caja con la llave que Hervé había dejado aquel día en el restaurante. La sostuvo en su mano, sintiendo el simbolismo que cargaba. Finalmente, comprendió que el verdadero misterio que necesitaba resolver no estaba en los expedientes policiacos, sino en su propio corazón.

Decidida, la detective dejó los documentos a un lado y salió de su apartamento. Caminó por las calles iluminadas de Montecarlo, el aire tocando su cara y despejando su mente. Llegó al edificio monegasco y subió al ascensor con un nudo en la garganta. Se detuvo frente a su puerta, la llave temblando en su mano.

La monegasca se tomó unos minutos y con un suspiro profundo, insertó la llave y abrió la puerta. Hervé estaba sentado en el sofá, rodeado de botellas del mejor vino, estaba sorprendido. En sus ojos había esperanza.

—Zelina… —empezó a decir, pero ella lo interrumpió.

Mon amour, sé que he cometido errores. Mi trabajo siempre ha sido mi refugio, mi manera de escapar y a la vez de enfrentar el mundo. Pero algo que he aprendido que también necesito es a alguien con quien compartir mi vida, alguien que me ayude a ver más allá del trabajo—dijo Zelina, con la voz temblorosa—. Y esa persona la tengo justo enfrente. Te necesito a ti Mon roi.

Hervé se levantó y cuidadosamente se acercó a ella, sus ojos brillando de la emoción.

Belle, solo quiero que seamos felices y que encontremos un equilibrio juntos. No quiero ser un impedimento, quiero ser tu compañero.

Se abrazaron, sintiendo que un nuevo capítulo comenzaba en sus vidas. Zelina entendió que no tenía que elegir entre el amor y su pasión por resolver misterios; podía tener ambos si estaba dispuesta a equilibrar dos partes importantes, el permitir que el amor también fuera una parte esencial de su vida como es el trabajo.

Desde ese día, Zelina continuó resolviendo casos en Montecarlo, pero ahora lo hacía con un horario y sabiendo que al final del día, alguien la esperaba en casa, listos para compartir sus triunfos y sus derrotas. Había encontrado el punto perfecto entre su carrera y su relación, y con Hervé a su lado, cada misterio parecía más fácil de resolver y cada día más brillante.

Y así, en la ciudad de lujo y secretos, la detective Zanetti descubrió que el mayor misterio de todo el mundo era el del amor, un gran desafío que solo podía resolver con el corazón.

Centro Escolar Akela
Publicado en Cuento,Regina Arias Márquez

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