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Héroe musical: Mi tributo a Ace Frehley

Ace Frehley

Luis Fernando Escalona

La alineación original del grupo Kiss ha sido parte importante de mi vida. Desde mi primera infancia, gracias a mi papá, ubiqué a los cuatro personajes interpretados por Gene Simmons, Paul Stanley, Peter Criss y Ace Frehley. El hombre del espacio me llamó más la atención. El primer disco que escuché de la banda fue “Dynasty” y la primera canción con la voz de Ace fue “Hard times”.

En mi adolescencia, cuando reafirmé mi gusto musical, me dediqué a conocer la discografía de Kiss, pero de los primeros años, antes de que se quitaran el maquillaje; hasta la fecha es mi época favorita de su carrera. Seguí muy de cerca todas las canciones donde Spaceman cantaba y componía. Su disco en solitario es de mis favoritos. Fue básicamente él quien me inspiró para tocar guitarra, incluso mis padres me regalaron una Les Paul, que en diseño era muy similar a la de él.

Cuando escuché el Unplugged de Kiss sentí mucha emoción de ver a los cuatro miembros originales juntos otra vez. Y más sorprendido aún cuando anunciaron una gira juntos, usando sus maquillajes, con escala en México. Tuve la oportunidad de verlos con mi papá, uno de los mejores conciertos a los que he asistido. Ahí vi a mi héroe galáctico haciendo que su guitarra sacara humo, fuego y que volara hacia las alturas del escenario. Quise ser como él e intenté seguir sus pasos.

Nunca he sido un músico virtuoso ni lleno de técnica para tocar solos a gran velocidad. Me ha gustado siempre volcar mi creatividad en la melodía, en solos sencillos pero que suenen bien. Eso lo aprendí de él. Y lo imité en eso, me aprendía sus canciones e intentaba tocarlas siguiendo el tiempo de la grabación. También lo imité en su manera de beber. Sin embargo, por lo que sus biógrafos afirman, aunque sacaba de quicio a Paul y a Gene, era un borracho divertido; yo no, pero tenía una gran capacidad para ingerir alcohol. Me gustaba darme la vida de rockstar sin serlo; a muchos metaleros nos sucede.

Luego vino su caída. La mía también. Dejamos casi de beber al mismo tiempo, por diferencia de un año más o menos; él en 2006, yo en el 2007. Y empecé a conocerlo, como fan claro, desde nuestra sobriedad. Me di cuenta de que no necesitamos el alcohol para ser creativos. Y me gusta pensar que él también lo descubrió. Su mayor producción discográfica ha venido después de haber dejado el alcohol. Mi escritura también ha dado muchos textos desde entonces. Por eso siguió siendo mi héroe, porque superó su problema y se volvió testimonio de vida, haciendo lo que le gustaba cuando quería.

Claro que conocí toda esa intimidad cuando leí su libro No regrets, donde vi todos los detalles de su camino, desde su vida en el Bronx, su camino por Kiss y toda su vida posterior a una de las bandas más grandes de la historia del rock.

Siempre tuvo la certeza de que iba a formar parte de algo grande, pero nunca se desesperó por conseguirlo. Esperó y mientras lo hacía trabajaba, componía, perfeccionaba su técnica, ¡vivía! Y el resto es historia.

Algo que le agradezco mucho es su risa. Tenía una muy particular y contagiosa; parte de su fama y encanto se debió a su sentido del humor ligero, a no tomarse tan en serio. Y desde que entendí eso en él, comencé a reír más, a sonreír más, a ser más ligero. Pasé de ser un tipo serio y mamón, a ser alguien que, aun andando épocas duras, pudiera tener espacio para la risa.

Desde que mi padre falleció, la vida me ha dado algunos ejemplos de guías, figuras paternales si me lo permiten, a los que les agradezco por compartir parte del camino conmigo.

El pasado 16 de octubre, Ace Frehley falleció tras un accidente en su estudio de grabación. Tenía 74 años de edad y se fue haciendo lo que le gustaba. Ha sido una de las tardes más tristes que he tenido. Mi héroe ha partido hacia el espacio para volar allá, libre e impregnando de risas y melodías la galaxia completa.

Aquí nos quedamos un poco más solos, pero se agradece la presencia de estas personas, de estas estrellas que ahora brillan en la eternidad. Pues los héroes mueren una vez, pero viven por siempre.

Publicado en Artículo,Luis Fernando Escalona

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